-¡Mierda!-Ann se había tropezado con las sábanas que yacían en el suelo-¡Maldita sea, yo y mi torpeza!-esta vez susurró para que no despertara a los demás.
-¿Anna, estás bien?-no, no lo había conseguido, su madre ya se había despertado.
La chica caminó hasta la habitación donde su madre se estaba incorporando para ir a comprobar que su hija estaba bien, últimamente se encontraba más débil por la quimioterapia.
-No, no te levantes, estoy bien-corrió a meterse en la cama, junto a su madre, pero se volvió a tropezar, esta vez, con la alfombra pero, por suerte, ya estaba junto a la cama y cayó sobre blandito.
Las dos comenzaron a reír, se abrazaron y se taparon con las sábanas. Anna escondió la cabeza en el pecho de su madre, tal y como hacía cuando era pequeña. Le gustaba, se sentía protegida ahí escondida del exterior. Ella y su madre estaban muy unidas. Eran más que madre e hija, eran amigas.
-¿A dónde vas tan temprano?-dijo acariciando el cabello de su hija escondida entre sus brazos.
-Thgnhjgo qhjimjhio- dijo pero no se le entendió nada. Se volvieron a reír por esa lengua recién inventada por su hija.-Tengo quimio- repitió cuando hubo sacado la cabeza.
-¿A estas horas? ¿No lo tenías por la tarde?
-Sí, pero lo cambié.
-¿Quieres que te acompañe?
-No, Raúl quiere venir conmigo hoy. Dice que esta tarde me tiene preparada una sorpresa, creo que no vendré a comer- esbozó una sonrisa tonta, de esas que sólo a los enamorados les sale y les ilumina la cara.
-Te ha dado fuerte este muchacho, no? Parece buen chico-comentó.
-Y lo es ma, es una gran persona. Él me está ayudando mucho y estoy más feliz que nunca, él se encarga de eso cada día que pasamos juntos.
-Lo veo hija, y me alegro mucho.
-¿Y papá?
-Creo que ha salido.
-¿Y esta semana que toca?
-Pesca, creo.
A su padre le había dado por ir con los amigos a hacer cada semana una actividad. Decía que era como un experimento o algo así. En esa casa todos se habían vuelto locos o ya lo estaban antes.
Las dos volvieron a reír, olvidándose de todos los problemas. Reían felices, como lo hacían un año antes, cuando desconocían la enfermedad de Anna.
Hoy valoro el amor madre e hija. Me he inspirado en esos minutos que a veces paso con mi madre abrazadas en la cama, sea por la mañana o por la tarde después de un día de trabajo. En esos momentos siento que sólo estamos ella y yo, eso me pone de buen humos. Me siento como los polluelos que se refugian debajo del ala de su madre: segura, en paz, tranquila, feliz... Podría seguir así hasta el alba. Y le doy gracias a mi madre por soportarme a mi y mis ataque de rebeldía e histería. Y ya que estoy le voy a pedir perdón por las cosas malas que he hecho en mi vergonzoso pasado. Te quiero mamá.
4 comentarios:
lastima que tu madre no lea esto :/
eso se lo tienes que decir, aunq cueste... yo se que no le diria eso ¬¬ y esta mal, pero bueno ella en el fondo lo sabe.
*______*
Que hermoso. Si es que má, es má.
Por favooooooooor, mi hija que sea como tú, ¿vale? (LLLLLLLLLLLLL)
Haber cómo continua la historia...
ya te lo e dicho, lo de cursiva.. genial! :)
no mates a anna vaaaa
wno da igual, me presentas a Raul y yo le consuelo..
Publicar un comentario